viernes, 16 de abril de 2010

Volví a caer, y es que la carne es débil. Yo había prometido no volver a comprar en LIDL por su política de “no oferta”, es decir, aquella en la que anuncia a bombo y platillo que para tal día sacará a la venta tal o cual artículo, pero cuando vas a eso de las diez de la mañana , resulta que nada de nada… Llevaba más de un año sin entrar en ese establecimiento pero aquel termocompostador con su “capacidad de 360litros para el reciclaje de desechos orgánico de forma respetuosa con el medio ambiente…” ¡Ay!, que me pudo…Y mira que mi Pepito Grillo me lo decía: no vayas que es mentira y te vas a cabrear. Pero el deseo fue más fuerte que la razón. Así que decidí invertir esa mañana de jueves en visitar el LIDL. No sin cierta dificultad por la distancia que lo separa de mi casa llegué a eso de las 10:30. Di una vuelta por la tienda, sólo un par de minutos para comprobar lo que siempre había sabido. ¡No había compostadores! Me entró mucho, pero que mucho calor y quise gritar, pero como desde niña me enseñaron a ser discreta y educada, respiré con el vientre diez veces y una más para porsi y me dije: pues que los daños sean los mínimos, ya que he perdido la mañana adelantaré la compra semanal. Y así hice, fui al hiper de al lado y llené el carro con las cosas que otros establecimiento además de anunciarlas tienen realmente en sus estanterías.
Y ahora de verdad, prometo por mi conciencia y honor que nunca más volveré a pisar ningún establecimiento de la cadena LIDL.

1 comentario:

Unknown dijo...

Si es que, cuando los termocompostadores te ponen ojitos de gato con botas no hay quien se les resista. X.D