miércoles, 30 de diciembre de 2009

Anoche Elena, mi compañera de habitación, se encontraba muy agitada. Daba vueltas y vueltas en la cama a la vez que emitía pequeños gruñidos. La luz que entraba por la ventana procedente de las farolas de la calle iluminaba suavemente el cuarto y yo veía a Elena con un brillo líquido por la cara y el cuerpo. Ella decía "ayyy...qué calorina...estoy toda sudá" y daba tragos de agua de su botella. Yo ya empezaba a coger el sueño y a veces estaba allí mientras que en otros momentos aparecía en la cocina de mi casa preparando un bizcocho de chocolate...
Durante unos segundos que abrí los ojos me pareció ver el brazo de Elena que asomaba fuera de la cama; estaba relajado y brillante, y del dedo índice caían lenta y rítmicamente gotitas de agua. Luego volví a mi bizcocho de chocolate.
Esta mañana la habitación está inusualmente silenciosa. Aún no han venido a hacernos la analítica, la toma de la temperatura y todas esas cosas que se repiten cada mañana. Y por cierto, ¿dónde estará Elena?. No la oigo en el cuarto de baño ni en el pasillo. Hay un gran charco de agua junto a su cama, y sobre ella el camisón y las sábanas mojados....
Uf, que sueño tengo todavía. Se me cierran los ojos....qué rico me ha quedado el bizcocho....
Pdt:¿Es el croar de un sapo lo que oigo?

Entre la hierba

Ea, ea, ea
duerme niñito
entre la hierba
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Moreno de luna
si te tuviera
en mi regazo
entre la hierba.

Cervatillo frágil,
ojos de cielo,
tu mamá te acuna
entre luceros.

Una cítara
que te tocara,
y dulce mano
te acariciara.

Entre la hierba
está mi niño,
gotita de miel
dulce suspiro.

martes, 29 de diciembre de 2009

Desde el hospital

A una compañera de habitación le ocurre algo muy extraño: en su cuerpo se forman acumulaciones de líquido que los médicos llaman linfoceles. Entonces le ponen un catéter y durane varios días va drenando hasta que se vacía y aparece otro en un punto distinto de su cuerpo. Así su vientre se va llenanado de agujeros y empieza a tomar el aspecto de un gran queso de gruyere. Los médicos le dicen : "tiene que tomar mucha agua para compensar las pérdidas, que pareces un poco seca."...Ella bebe y bebe. Ayer le oí decirle al médico:"Creo que estoy criando un sapo en la barriga". Él se echó una sonrisa y le pasó un dedo por la mejilla. Yo pienso que no le creyó, pero puedo asegurar que es cierto porque por las noches oigo croar en su cama....

sábado, 1 de agosto de 2009

Amanda

Amanda era una mujer de edad media, ni guapa ni fea, ni gorda ni flaca. Había dedicado su vida a su marido y a sus tres hijos varones. No fue una existencia fácil, pero ella nunca se quejó. Era su trabajo y además lo hacía con amor… Con el tiempo las crías volaron del nido y su marido se instaló permanentemente en el sofá con el mando del televisor en la mano. Entonces ella decidió invertir esos momentos de los que empezaba a disponer en hacer un pequeño jardín en el terrenito de detrás de la casa y que en su tiempo sirvió como tendedero y como parque infantil.
Con mimo y paciencia fue preparando la tierra, seleccionó las plantas que crecerían en ella y las cuidó como si de sus propios hijos se tratara…
Pasado unos años, ya había conseguido un espacio verde, fresquito y lleno de vida. Pájaros e insectos los visitaban con frecuencia, ya que era una fértil isla en medio del secarral donde estaba ubicado.
Ella nunca abandonaba ese lugar durante mucho tiempo, tan solo unas horas de vez en cuando para ir de compras, ver alguna película de estreno, o dar un paseito con su esposo. Su pequeño mundo podía desmoronarse si su creadora lo dejaba de su mano aunque fuera por un día. Pero aquel fin de semana fue especial; el nacimiento de su primer nieto había requerido de su presencia, y eso que ni la contemplación de un bebé tan precioso, ni la felicidad de disfrutar de toda la familia al completo le quitaba de la cabeza la inquietud por sus plantas. Ella sabía que algo iba a ocurrir, se lo decía el corazón.
Por fin era lunes. Cuando llegó a su casa, la atravesó rápidamente camino del jardín. Ni siquiera soltó el bolso de lo impaciente que se encontraba. Una vez allí se quedó como petrificada: había un ambiente sofocante, desde las pequeñas violetas a los frutales más viejos aparecían lánguidos y ella sentía como que la miraban con reproche. Pero lo que más le sorprendió fue una gran nube gris que se había formado a unos metros de altura, justo encima de su propiedad. Era algo extraño porque el resto del cielo se veía completamente despejado. Caminó despacio entre sus queridas flores, se sentía triste. Sólo podía decir lo siento, lo siento mucho… y les acariciaba los pétalos a las camelias, las margaritas, las buganvillas... Luego se sentó en el banco de madera y estuvo allí un buen rato en silencio, absorta… Hasta que el toque de una gota de agua en su mejilla la sacó de sus pensamientos, luego otra en la frente, en la mano… ¡estaba lloviendo! A pesar del día soleado que gozaban, allí mismo, sobre su jardín, la nube que lo cubría estaba descargando una fuerte llovizna. Las hormigas corrieron a refugiarse. Las hostas doblaban sus hojas por el peso del agua. La pequeña alberca se rebosó y se formó un regato que arrastraba algunas hojas caídas hasta los pies de Amanda, pero ella ni se dio cuenta. Estaba allí inmóvil, sentada, sintiendo cómo caía la lluvia, y allí se quedó, con las manos reposando sobre las rodilla y los zapatos empapados.
No sé cuanto duró aquello, pero tengo entendido que fue mucho, mucho tiempo….

viernes, 3 de julio de 2009

Por fin en casa

Por fin en casa. Después de una semana interminable en el hospital, Guapilinda regresó acompañada de su muñequita. Lo que debía haber sido el feliz momento de dar a luz, resultó una larga y dolorosa lucha. Ella aguantó todo con gran valor: El dolor, el miedo, el cansancio… Sólo quería que su hija naciera bien. El parto se complicó. La madre estaba dispuesta a someterse a cualquier cosa que los médicos decidieran necesario para salvar a su pequeña. No pedía nada para si. Pero cuánto habría agradecido una mirada de ánimo, o una palabra de apoyo. Todo fue tan frío… Una cesárea de urgencia. Los médicos y enfermeras escrupulosamente limpios y eficientes. No se le permitió ni un gesto de dolor, ni una queja. Si sólo la hubieran mirado a la cara unos segundos o apretado su mano para transmitirle un poco de cariño…
Unas horas después, en la soledad de su habitación y abrazada a su bebé, las lágrimas cayeron. Fue un torrente cálido, de sufrimiento contenido, de felicidad, de esperanza… Y él, que siempre estuvo a su lado las rodeó fuertemente con sus brazos. Nadie podría robarles ese momento…

lunes, 11 de mayo de 2009

Mi vida entre frikis

Estoy leyendo el libro “Orgulloso de ser FRIKI”. Es curioso pero me resulta tan familiar….El señor Buebo va explicando todo lo referente al mundo Friki, y mientras tanto yo voy diciendo: si, si, lo conozco, lo conozco……
¿Qué me está ocurriendo? ¿Sufro un déjà vie? ¿He sido friki en otra vida? Ummmm.. Creo que he hecho un descubrimiento extraordinario. ¡Estoy conviviendo desde hace años con dos frikis, mi marido y mi hija!. Y yo que pensaba que ambos sufrían un pequeño ramalazo del síndrome de Diógenes, sólo un poco, algo así como el síndrome de Diogenito. PapáCigüeña, mi esposo, hace tiempo que empezó a transformar la habitación de la costura en una especie de puesto de mercadillo, donde puedes encontrar desde un libro sobre instalaciones eléctricas o artes marciales, a una linterna con soplete o un vaso que se ilumina cuando le echas algún líquido.
Yo hace algunos años comprendí que mi tiempo de modista había terminado. Fue cuando la máquina de coser quedó oculta tras una impresora multifunción y varias pilas de discos dvds con películas de ciencia ficción. Entonces metí bobinas, tijeras y material vario en cajas que coloqué en el trastero. Y es que soy incapaz de competir con Star Wars o Dune.

¿Y mi hija, la llamada “Medias de Bruja” en este mundillo tan surrealista?. Pues lo suyo fue una colonización extraterrestre en todo regla. En primer lugar, su habitación de adolescente que yo había intentado decorar con suaves tonos pastel, comenzó a sufrir una metamorfosis. Era como un bosque oscuro donde se instalaban elfos, trasgos y dragones. Después aparecieron los posters y un gran número de libros que se amontonaban por cualquier superficie que pudiera albergarlos (incluido el suelo). Vinieron luego mesas, estantería y un largo etc, que hicieron de la habitación una especie de laberinto, donde podía aparecer cualquier cosa. Fue entonces cuando yo decidí no volver a entrar allí. Y es que a menudo no podía distinguir si esa cosa gris de debajo de la cama era una gran pelusa , o un enano de enorme nariz que me miraba amenazante. Empecé a sufrir pesadillas. A veces en mis sueños veía cómo la puerta se hinchaba hasta explotar y un gran número de seres increíbles se abalanzaban sobre mí y me cubrían de mocos, polvo y grasa de hamburguesas…
La sombra del terror siguió avanzando y llegó hasta el salón comedor. La vitrina de los libros aparecía desordenada y abarrotada, y por toda la habitación se podía ver objetos varios, tales como los mandos de la Wii, una espada láser, o la hoja de personajes para la próxima partida de rol…
Y a estas alturas de la narración tal vez te preguntes qué futuro me espera y si podré sobrevivir a la invasión friki. Pues ni lo dudes. Si algo tengo claro es que soy una superviviente y no me dejo destruir tan fácilmente. Así que ya tengo un plan para recuperar mi espacio: Una mañanita temprano, claro, después de animarme con un buen desayuno, cogeré una gran caja donde iré metiendo todos los objetos extraños o que me asusten. Después subiré sigilosamente la escalera y antes de que me descubran la depositaré junto a la puerta de Medias. Después daré unos certeros golpes en la madera y lo más importante, correré con todas mis energías recién renovadas escaleras abajo hasta llegar al jardín, donde encontraré un refugio seguro….

miércoles, 15 de abril de 2009

Mi princesita

Mi amada hija, mi princesita,
de mariposas llena su cabecita.

Marcha de mi lado. Toma el camino.
Dolor y tristeza por su destino.

Sigue a un viajero que, en la pradera,
robó su corazón y su alma entera.

-¿Si de noche el hambre, te despertara...?
Esos, sus besos, me alimentaran.

-¿Y si lloviera o hiciera frío?
-Sus fuertes brazos, serán mi abrigo.

Marcho contenta .Tomo el camino.
Madre no sufras por mi destino.

-¿Dónde reposará, tu dolido cuerpo
cuando el cansancio te dé tormento?

-En verano, bajo el cielo,
Junto al fuego , en el invierno.

-¿Y si acechara la soledad en el sendero?

-Tendremos un hijo, que será tu nieto,
y una amada hija, mi princesita,
de mariposas llena su cabecita.

Si tú te vas

Si tú te vas,
cuando te vayas,
negras golondrinas
en nuestra almohada,

fríos carámbanos
en las paredes,
nubes de tinta
sobre la lámpara.

Pero si vuelves,
cuando tú vuelvas,
desfile de mariposas
entre la hiedra,

la calandria despierta
haciendo guardia
anunciando su canto
la madrugada.

Y si te quedas,
cuando te quedes,
¡ay!, ¿qué no ocurriera
si tú lo quieres?

qué ola sobre mi vientre,
qué seda, qué fuego,
qué luz nos inundara,
qué roca entre tus dedos.

Todo el Universo en un suspiro,
sólo si tú te quedas,
si estas conmigo.

Al caballero surfista

Ayer vi un ángel, madre
sobre las olas volar.
Cobre y fuego su pecho,
su pelo arena del mar.

Cabalgando entre las olas
un caballero va
entre violines de viento
y largas plumas de sal.

Escoltado por delfines,
caracoles y coral
y un coro de sirenitas
repitiendo este cantar:

No te enamores doncella
de galán de ultramar,
que sólo te dará suspiros,
lágrimas de soledad.

La Gaviota

En esta tierra seca, sobre el asfalto
junto a palomas y gorriones, vive una gaviota.
Cada tarde, cuando el sol abrasa y todos duermen la siesta,
ella, con su pico, llama a mi ventana.
Suavemente, me lleva a ver el mundo que tan bien conoce;
Todos los mares, todos los ríos...
Me enseña el Sena, con aquel puente
bajo el cual los enamorados se besan y piden sus deseos,
El Nilo, que mece el espíritu de los dioses en sus aguas.
El Amazonas, vida y muerte. Siempre fuerza.
También me enseña el brillo de los lagos de África,
repletos de garzas de rosa plumaje.
Y hasta en alguna ocasión,
hemos volado sobre los Andes, junto al majestuoso cóndor.
Todas las montañas, todos los llanos, han sido nuestros.
Mi cuerpo se ha vuelto liviano, para gozar del vuelo.
Mis ojos han aprendido a mirar cada rincón de la tierra a mis pies.
Siempre, siempre, acompañada por tan hermosa figura.

Luego, al anochecer,
cuando una fresca brisa calma el ardor del día,
me siento bajo los naranjos.
La fragancia del azahar inunda todo el jardín.
Y yo me abandono a un agradable sopor.
El aire se deja acariciar, y es tan suave...

Mi amiga, la prudente gaviota, se aleja.
Ya sólo se oye, el ladrar de los perros......