miércoles, 15 de abril de 2009

Mi princesita

Mi amada hija, mi princesita,
de mariposas llena su cabecita.

Marcha de mi lado. Toma el camino.
Dolor y tristeza por su destino.

Sigue a un viajero que, en la pradera,
robó su corazón y su alma entera.

-¿Si de noche el hambre, te despertara...?
Esos, sus besos, me alimentaran.

-¿Y si lloviera o hiciera frío?
-Sus fuertes brazos, serán mi abrigo.

Marcho contenta .Tomo el camino.
Madre no sufras por mi destino.

-¿Dónde reposará, tu dolido cuerpo
cuando el cansancio te dé tormento?

-En verano, bajo el cielo,
Junto al fuego , en el invierno.

-¿Y si acechara la soledad en el sendero?

-Tendremos un hijo, que será tu nieto,
y una amada hija, mi princesita,
de mariposas llena su cabecita.

Si tú te vas

Si tú te vas,
cuando te vayas,
negras golondrinas
en nuestra almohada,

fríos carámbanos
en las paredes,
nubes de tinta
sobre la lámpara.

Pero si vuelves,
cuando tú vuelvas,
desfile de mariposas
entre la hiedra,

la calandria despierta
haciendo guardia
anunciando su canto
la madrugada.

Y si te quedas,
cuando te quedes,
¡ay!, ¿qué no ocurriera
si tú lo quieres?

qué ola sobre mi vientre,
qué seda, qué fuego,
qué luz nos inundara,
qué roca entre tus dedos.

Todo el Universo en un suspiro,
sólo si tú te quedas,
si estas conmigo.

Al caballero surfista

Ayer vi un ángel, madre
sobre las olas volar.
Cobre y fuego su pecho,
su pelo arena del mar.

Cabalgando entre las olas
un caballero va
entre violines de viento
y largas plumas de sal.

Escoltado por delfines,
caracoles y coral
y un coro de sirenitas
repitiendo este cantar:

No te enamores doncella
de galán de ultramar,
que sólo te dará suspiros,
lágrimas de soledad.

La Gaviota

En esta tierra seca, sobre el asfalto
junto a palomas y gorriones, vive una gaviota.
Cada tarde, cuando el sol abrasa y todos duermen la siesta,
ella, con su pico, llama a mi ventana.
Suavemente, me lleva a ver el mundo que tan bien conoce;
Todos los mares, todos los ríos...
Me enseña el Sena, con aquel puente
bajo el cual los enamorados se besan y piden sus deseos,
El Nilo, que mece el espíritu de los dioses en sus aguas.
El Amazonas, vida y muerte. Siempre fuerza.
También me enseña el brillo de los lagos de África,
repletos de garzas de rosa plumaje.
Y hasta en alguna ocasión,
hemos volado sobre los Andes, junto al majestuoso cóndor.
Todas las montañas, todos los llanos, han sido nuestros.
Mi cuerpo se ha vuelto liviano, para gozar del vuelo.
Mis ojos han aprendido a mirar cada rincón de la tierra a mis pies.
Siempre, siempre, acompañada por tan hermosa figura.

Luego, al anochecer,
cuando una fresca brisa calma el ardor del día,
me siento bajo los naranjos.
La fragancia del azahar inunda todo el jardín.
Y yo me abandono a un agradable sopor.
El aire se deja acariciar, y es tan suave...

Mi amiga, la prudente gaviota, se aleja.
Ya sólo se oye, el ladrar de los perros......